Esta española caliente se pasó el confinamiento en un piso compartido con dos tíos, volviéndolos locos de placer. La muy zorra los tenía comiendo de su mano, mamándoles la polla a diario para que soltaran toda la leche y dejaran las pelotas vacías. Mientras uno limpiaba y el otro cocinaba, ella se dedicaba en cuerpo y alma a satisfacer sus necesidades más primarias, asegurándose de que estuvieran siempre relajados y contentos.
En pleno aplauso de las ocho, uno de los chicos la empotró contra la ventana, dándole duro para que los vecinos escucharan los gemidos y fliparan con el espectáculo. Después de una cogida brutal, la tía se quedó tumbada y recibió toda la corrida en la cara, sobre las gafas, mientras soltaba una frase que lo decía todo: «está lloviendo leche».
Una auténtica guarra disfrutando de su particular encierro, convirtiendo la rutina del piso en una jungla de follar y mamadas sin límite.
